El análisis de suelo es el procedimiento de determinación e interpretación del estado de nuestro suelo de cultivo.
El suelo es el sistema básico de todo cultivo, por lo que el estado del mismo determinará la calidad de la producción.
Salvo en los cultivos hidropónicos, el suelo es el sostén de la planta y el almacén de todos los nutrientes que ésta necesita.
¿Por qué es tan importante el análisis de suelo?
La analítica de suelo es el único medio del que disponemos para conocer cómo está nuestra parcela, qué necesita para que nuestro cultivo prospere y qué tiene en defecto o en exceso. Dependiendo del tipo de suelo que tengamos tendremos que aplicar unas enmiendas o realizar un laboreo específico para que la campaña de nuestro cultivo la culminemos con éxito.
Analítica física
Es el primer paso en el análisis de suelo ya que permite clasificar el suelo según el porcentaje que tenga de las tres materias constituyentes: arcilla, arena y limo. Según el porcentaje de cada una de ellas tendremos un tipo u otro que se determina a través del Triángulo Estructural USD.
Analítica química
El siguiente paso para saber cómo está nuestro suelo es conocer qué elementos y compuestos hay en nuestro suelo y, sobre todo, en qué cantidad.
Para ello se pueden distinguir las siguientes categorías.
Análisis de fertilidad
Da información de cómo de fértil es nuestro suelo. Se mide la cantidad de materia orgánica que tiene el suelo, ya sea de forma natural o aportado a través de compost o estiércol. El porcentaje de materia orgánica ha de ser superior al 1,5%. SI tenemos valores inferiores al 1% es necesario realizar un aporte de materia orgánica.
Análisis de macroelementos
La famosa tríada de la agricultura intensiva, el NPK, o en otras palabras, nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). Los tres nutrientes esenciales para las plantas.
- Nitrógeno: es el nutriente fundamental para cualquier tipo de planta ya que es el permite su crecimiento de las áreas verdes. Existen muchos tipos de compuestos a base de nitrógeno presentes en el suelo, pero la forma nítrica (NO3) y la amoniacal (NH4) son las más habituales. El nivel correcto de nitrógeno permite el desarrollo vegetativo. Un exceso, sin embargo conduce a un desequilibrio entre partes verdes y leñosas que debilita a la planta y la hace más vulnerable a enfermedades y plagas.
El nitrógeno estimula el crecimiento rápido favorece la síntesis de clorofila, de aminoácidos y de proteínas. Aumenta la producción de follaje y frutos.
- Fósforo: responsable de los ácidos nucleicos y de la reserva de las semillas, contribuye a la formación de yemas y raíces, la floración y la lignificación. Involucrado en todos los procesos de estrés de la planta. La forma más habitual de entontrar este elemento es en forma de fosfatos (PO4), ya sean simples o mixtos. El fósforo es difícil de movilizar en el suelo y tiende a acumularse en forma de fosfato de calcio, por lo que deja de estar disponible para la planta.
El fósforo estimula el crecimiento de las raices, favorece la formación de semillas, participa en la fotosíntesis y en la respiración vegetal.
- Potasio: determina las fusiones metabólicas de la planta como cofactor enzimático. Es el responsable del vigor y fortaleza de la planta, ya que interviene en todos los procesos vitales de ella. La forma habitual del potasio es mineral, en forma de potasa (KOH), por lo que la asimilación por parte de la planta suele estar dificultada.
El potasio acentúa el vigor, aporta resistencia a enfermedades, da fuerza al tallo y aumenta la calidad de las semillas.
Salinidad
Se mide a través de la conductividad del suelo y da idea de la cantidad de sales presentes en el suelo. Una elevada salinidad bloquea los macronutrientes, ralentiza el intercambio irónico del suelo y hace que la fertilidad disminuya.
Las plantas sólo son capaces de sobrevivir entre unos valores umbrales de conductividad y cada especie tiene una sensibilidad distinta. Sin embargo pueden establecerse unos valores estandarizados:
- Menor de 2 dS/m : no salino
- Entre 2 y 4 dS/m : escasamente salino
- Entre 4 y 6 dS/m : riesgo moderado de salinidad
- De 6 a 16 dS/m : muy salino
- 16 dS/m: extremadamente salino.
pH
La acidez o alcalinidad del suelo puede ser un problema para nuestro cultivo por lo que el análisis de pH es una pieza fundamental del análisis de suelo. El pH del suelo depende de las materias activas que están presentes. De todos modos, el suelo es un sistema tampón: es capaz de amortiguar pequeñas cantidades de ácido o base sin modificar su pH.
La tabla de pH para el suelo es:
- 4,5 -5,5: muy ácido
- 5,5 -6,5 : ácido
- 6,5 – 6,8: ligeramente ácido
- 6,8 – 7,5: neutro
- 7,5 – 7,8 : alcalino
Valores muy ácidos de pH conllevan déficit de magnesio y calcio. Valores muy alcalinos conllevan que haya nutrientes no disponibles, como el fósforo y los microelementos.
Microelementos
Ca, Mg, Fe, Cu. Cl, S, B, Zn, Mn, Mo
Su análisis no es habitual y se realiza si ya se han observado deficiencias en la campaña vegetativa anterior. Se recomienda un chequeo trianual o con menor frecuencia (5 años) si se observa un estado vegetativo normal.
¿Cuándo y con qué frecuencia realizar un análisis de suelo?
Se recomienda un análisis de suelo básico (pH, conductividad, fertilidad y macronutrientes) una vez al año, al salir del invierno, antes de la siembra o antes del comienzo del ciclo vegetativo para conocer el estado de la parcela antes de comenzar la campaña y poder realizar las enmiendas pertinentes para afrontarla con éxito.
Unos correctos niveles de NPK y de micronutrientes esenciales permiten que la planta se desarrolle más vigorosa y más resistente a plagas y enfermedades, lo que supone un ahorro a futuro en tratamientos fitosanitarios y de plaguicidas.
Además, conocer el estado del suelo nos permite adaptar las cantidades de fertilizantes que nuestro cultivo necesita y evita bloqueos salinos y minerales que harán perder la fertilidad de nuestro suelo.
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